AMO Y DIO SU VIDA

¡ESTOY AQUÍ!

13.04.2012 23:15

El Sagrario es una llamada a entretenerse en conversación de fe, esperanza y amor con Quien ha dado y sigue dando su sangre por nosotros. Un grito silencioso: ¡Estoy aquí! ¡Vengan los que anden cansados, agobiados, descorazonados, que yo los aliviaré! ¡Vengan también los que están contentos, que me gusta compartir vuestra alegría y llenarla, para que sea completa, más honda y duradera, más auténtica, más humana y más divina, que nadie les pueda arrebatar!

Para alcanzar la amistad creciente con Cristo es preciso ir purificando la mente y el corazón, porque Él es la pureza misma. La frecuencia en el Sacramento de la Penitencia es el gran medio purificador. Sin él, nuestra fe sería escasa; nuestra esperanza, incierta; nuestro amor, dudoso; nuestra obras torcidas. «No es solamente la Penitencia la que conduce a la Eucaristía, sino que también la Eucaristía lleva a la Penitencia. En efecto, cuando nos damos cuenta de Quien es el que recibimos en la Comunión eucarística, nace en nosotros casi espontáneamente un sentido de indignidad, junto con el dolor de nuestros pecados y con la necesidad interior de purificación» (Juan Pablo II, Dominicae Cenae, 24-II.1980, n. 7).

Así conseguiremos que «brille todavía más la gloria y la fuerza de la Eucaristía» (Bula Incarnationis mysterium, n. 11).

 

                                                                                              

Volver

Buscar en el sitio